María, joven colombiana, embarazada
de un hijo sin padre, en su afán de alcanzar una nueva vida, aliena y
entrega el goce de su cuerpo al goce del Otro, dejando de lado las cosas
del amor.
En el lugar de la alianza de amo clásico, o la del verbo hecho carne, el
cuerpo se reduce aquí a la alianza misma: esta María lo entrega al
discurso del capitalista que lo toma únicamente en su dimensión tórica
transformándolo en ideal medio de transporte de la sustancia ilegal: lo
que se llama una mula.
El soplo y la animación son aquí rechazados: ningún lugar para que el
amor haga sede en este cuerpo. Hasta las necesidades vitales básicas se
aplastan por el imperio del consumo fatídico del mercado.
María, sierva del amo contemporáneo, dejará hacer en ella conforme a su
falta de palabra, desde su Colombia natal viajará a la capital del
imperio, con las cápsulas de droga en su estómago... y su hijo
por-venir.